Shery Romina Solís Falcony

Santa Muerte, febrero de 2024.

Mi manera de entender la fe y devoción a la Santa Muerte la enfoco en documentar de forma fotográfica, en atrapar momentos de creyentes en el altar, que son símbolos de esta fe. Cuando pareciera que no tienen a nadie más con quien recurrir, siempre encontrarán refugio con ella. En el altar de la Santa Muerte, la gente refleja expresiones de fe, esperanza y devoción. En la cultura mexicana, la religión es uno de los cimientos. Este ejemplo se da en que en la mayoría de colonias encuentras altares de muchos santos. Actualmente, la devoción a la Santa sigue creciendo y la gente ya no tiene problema en colgar de su casa un altar. Esto fue lo que pasó en Tepito. Doña Queta, la guardiana del altar, decidió sacar a su Niña Blanca y, así como ella, había muchos fieles que tomaron esto como un estandarte a su fe.

Mi manera de acercarme a los fieles es muy variada. Muchos ya me conocen porque llevo muchos años asistiendo frecuentemente, pero siempre con una mirada de respeto y cómplice con las personas a retratar. Me gusta mucho capturar esos pequeños detalles que expresan lo que se vive en el lugar: reflejos, manos, símbolos. He intentado que estos detalles expresen lo que mis ojos observan de los asistentes.

Muchas de mis fotografías son momentos irrepetibles de la gente que me permite llevarme ese pedacito de su vida, ese momento donde solo está mi personaje a retratar, mi cámara y yo, donde el mundo se detiene durante ese clic, donde no importa nada más que tener ese acercamiento.

Las visitas a la Santa Muerte llevan casi 8 años de mi carrera como fotoperiodista. Esto lo hago como un trabajo a largo plazo y porque me nace estar ahí con la Banda de la Santa, pero por el inmenso respeto al altar, jamás ha sido mi intención ser la fotógrafa de moda que va a zonas donde otros no entran, ya que actualmente ir a estos lugares parece moda sin importar que la gente quiere ser vista de modo digno y sin tabúes.